Viendo el
tiempo pasar, esperando el
pago de 1 centavo por cada vez que abstraído me he perdido pensando en ti.
Sin duda, lograría
acabar el hambre en el mundo.
28 años han
transcurrido y un sinfín de emociones. Cosas que han cambiado, otras inmutables
como el aire que necesito.
Al final esperar pareciera estéril, pues mi discurrir ha sido caótico, como
el transitar de un trozo de carne a través del molino.
Mirar atrás
y añorar, romántico, quimérico, optimista, de repente iluso. Mezcla que fotografía quien soy, en que me he
convertido; alguien que
cada mañana al posar su pie izquierdo sobre el suelo, reniega de la verdad con
la que la vida lo golpea en la cara, una en la
que nunca regresas, a pesar de los amagues, acercamientos, crisis y pastillas.
Miope, sin
espejuelos, en ausencia de luz, rodedado de siluetas que no dibujan la realidad.
A la deriva como un náufrago sin fé, esperando un milagro para no perecer ahogado.
A la deriva como un náufrago sin fé, esperando un milagro para no perecer ahogado.
El tiempo
seguirá siendo testigo cruel del destino que la vida ha dispuesto, aquel que en un giro no planeado, creó el abismo que nos separa, a pesar de los amagues, acercamientos,
crisis y pastillas.