sábado, 20 de junio de 2009

¿Por qué el ciclismo?


¿Por qué el ciclismo y no el béisbol? ¿Por qué la bicicleta y no la pelota? ¿Por qué el ciclismo? Cuando un sábado en la noche tienes que marcharte para casa mientras todo el “coro” se va de “party” y te preguntan: ¿Por que te vas? Y respondes: “Mañana entreno...” ¿Y qué juegas? …Yo juego a la bicicleta; soy ciclista. Las respuestas se ven en la cara de los que preguntan, muchos expresan admiración, otros se quedan curiosos, otros se ríen… hasta dicen “E´te tipo ´ta loco”.

La bicicleta es ese asunto que todo el mundo usó alguna vez, por la que tuviste predilección cuando fuiste pequeño; es ese deporte tan duro y extenuante que te hace perder la consciencia, capaz de ponerte el corazón a 220 pulsaciones, capaz de hacerte vomitar sangre.

Un deporte tan duro, como desesperante, en el que hay que ser paciente y tener sangre fría. Además de tener cabeza, no sólo son piernas. La cabeza hace falta, no sólo para aguantar el casco, sino para hacerte ver una escapada que te lleve al triunfo, la que te hace ver los bajones y puntos débiles del contrario mientras bajas por un descenso a 60 kilómetros por hora, la que te hace “administrarte” para no perder todas tus energías a mitad del recorrido.

Un deporte que es un estilo de vida, una forma de vida, el deporte que ofrece más orgullo personal, donde sólo -y repito “sólo”- el propio esfuerzo de tu cuerpo te hace ser capaz de recorrer kilómetros y kilómetros, donde cada entrenamiento es una superación personal, donde cada día que montas cargas un “mazo” de anécdotas nuevas, un deporte que te hace brillar, llegar a lo más alto, donde por mejor equipo que tengas no eres nadie si no eres bueno, si no tienes coraje, si no tienes valor.

Un deporte donde hay que tener agallas. Pocos se levantan un domingo lloviendo a las 6 de la mañana, disque porque hay que “montar”. Un deporte tan duro, que las caídas son parte de nuestro oficio, donde las clavículas, puntos de sutura, laceraciones y rodillas maltrechas son el pan de cada día, es el amor por el deporte, por la bici, por el sacrificio y por el sufrimiento los que te hacen caer un domingo y correr pocos días después todo adolorido.

Es un sacrificio tal que te hace tocar el cielo, con ascensos de 2000 metros sobre el nivel del mar, con caminos que sólo 3 más conocen, con pendientes del 21% en las que ni una 4x4 sube, pero un hombre y su sacrificio y vergüenza le hace aguantar y aguantar hasta el borde del infarto, cuando el sabor a sangre llega a la boca, cuando sólo piensas "soy el mejor", "soy el mejor", “yo subo”, "lo voy a lograr”…

Es ese deporte que hace emocionar a cualquiera, cuando ganas una carrera, cuando subes el ascenso más alto, cuando entrenas con un fuerte sol o una fuerte lluvia y vuelves para tu casa “debarata´o”, cuando te vas a kilómetros de casa a competir, cuando montas varias veces en una semana, cuando te caes, cuando te haces daño, cuando en otros deportes un golpecito en un músculo es 1 mes en la lista de incapacitados y en el ciclismo corres hasta con una luxación de hombro, cuando la gente te grita, cuando das espectáculo, cuando te apoyan, cuando te caes y te vuelves a levantar, cuando le echas más ganas que nadie, cuando tienes una ilusión, cuando cada día que montas más orgulloso te sientes, cuando te hace crecer como persona, cuando te hace madurar… La bicicleta te lo ha dado todo, te ha hecho ver los problemas y solucionarlos de otra manera. Eres de otra raza, eres ciclista.

Te da igual el reconocimiento, la prensa, las medallas y el dinero, tú sólo quieres trillos, montes, lodo. Hay que tener mucho coraje para bajar a 65 kilómetros por hora, por un camino accidentado, de material suelto, dejando de lado que sólo te separan de suelo 2 ruedas de 26 pulgadas, frágiles, que con un resbaloncito caes al suelo.

Por todo eso, porque te sientes orgulloso de llevar un jersey con unos colores, porque todo lo que llevas encima merece admiración, porque cuando subes una cuesta y te dan ganas de ir para casa (piensas "esto no es para mi ", "yo para eso no valgo" y sigues ahí, aún con el pulsímetro altísimo) y te preguntas “¿Por qué sigo aquí? Porque eres ciclista, porque el único rival eres tú mismo, porque lo serás hasta la muerte, porque eres un deportista de los pies a la cabeza, porque eres un sufridor nato y te mereces una felicitación por ese coraje.

¡El que no esta dentro de esto no sabe lo que es, como se vive, como se sufre!

Autor: Anónimo


Nota: Escrito adaptado a nuestro “idioma” de su version original obtenida de Marca.com


COPIADO TEXTUALMENTE DE http://insaciables.desoluciones.com/